Retomando el diálogo con el vecino

Retomando el diálogo con el vecino

La crisis en la frontera entre los dos países necesita ser atendida, tras el enorme fracaso diplomático del cerco que promovió el anterior presidente colombiano, Iván Duque.

Ante un encuentro que estaba llamado a levantar suspicacias, el presidente de la República, Gustavo Petro, hizo una serie de declaraciones que muestran su vocación de líder regional si se decide a actuar en coherencia con sus palabras. Encontrarse con Nicolás Maduro después de seis años de vacío en las relaciones era necesario, especialmente por la conexión ineludible que hay entre Colombia y Venezuela. Pero lo que hizo más importante el encuentro fue que el presidente colombiano pidiera la reintegración al Sistema Interamericano de Derechos Humanos y ofreciera mediar en las conversaciones con la oposición de ese país, lo que demuestra una sana capacidad crítica ante la dictadura.

Había temores, por supuesto, porque la relación diplomática con Venezuela es un campo minado. Por un lado está el claro deterioro institucional del país vecino y la burocracia corrupta que Nicolás Maduro ha fomentado en el poder. No en vano la Corte Penal Internacional avanza en la investigación de los graves delitos que han sido auspiciados por el régimen y que también han sido denunciados por la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU. Por otro lado está la crisis económica y humanitaria en la frontera entre los dos países, que necesita ser atendida, y el enorme fracaso diplomático del cerco que promovió el anterior presidente colombiano, Iván Duque.

Por suerte, el presidente Petro parece comprender que para fomentar la integración regional tiene que convertirse en un vocero de la democracia y defensor de las instituciones multilaterales de derechos humanos. “El avance de los fascismos y del autoritarismo, y los éxodos que son respondidos con balas en las fronteras, tanto en Europa como en América, cuando, por ejemplo, se cruza por el Darién o México, muestran la vigencia de defender los viejos preceptos, y por eso le pedimos a la República de Venezuela fortalecer los principios”, dijo Petro. En la práctica, eso significa pactar pasos para reintegrarse al Sistema Interamericano de Derechos Humanos y que las negociaciones con la oposición lleguen a buen puerto. Si el mandatario colombiano juega bien sus fichas, puede convertirse en un interlocutor esencial para destrabar la situación política en Venezuela, lo que sería un triunfo para toda la región.

Claro, hay quienes no recibieron con buenos ojos la reunión. Juan Guaidó, líder opositor, escribió en Twitter: “Petro, si en vez de normalizar una dictadura quiere abonar a una solución y a la defensa de los derechos humanos, puede sumarse a la exigencia de elecciones libres y justas en Venezuela, y al proceso para lograr un acuerdo en México”. Estamos de acuerdo y parece que el plan del mandatario colombiano también va por ese camino. Como debe ser: Colombia no puede abandonar su defensa de la democracia solo por afinidades ideológicas.

Más allá de eso, el encuentro no dejó muchos acuerdos consecuentes. Tal vez hizo falta más planeación previa para aprovechar el momento histórico. Pero la buena noticia es que estamos hablando con los vecinos. Ya era hora.

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